Buscando información e historias curiosas sobre la primera guerra mundial, encontré la historia de una mujer llamada Edith Cavell.
Esta mujer, nació en Norfolk, Inglaterra, en el 1865, y falleció en Bruselas, Bélgica en 1915. Fue una enfermera que salvó la vida de soldados de todos los bandos.
Al invadir los alemanes Bélgica, se ordenó que todos los heridos peligrosos o sospechosos fuesen sacados del hospital, ella se opuso y ayudó asta a doscientos soldados belgas, franceses e ingleses a huir de Bélgica y reintegrarse en sus puestos de combate. Pero un espía alemán la delató, iendo sorprendida en esta labor. Es llevada a la prisión militar de Saint-Gilles. La noticia enfurece a los países aliados, así como a países neutrales como Estados Unidos o España, que piden que le sea respetada la vida.
Pese a eso, los alemanes no escuchan las solicitudes de compasión y le realizan un juicio militar, condenándola a ser fusilada el día doce de octubre de 1915 a las dos de la madrugada. Este hecho provoca horror e indignación a nivel mundial. Según dijo un oficial del Estado Mayor Alemán posteriormente, fue uno de sus errores más grandes.
Edith Cavell, la noche anterior a su ejecución le confesó al capellán de la prisión que no guardaba odio alguno a los alemanes, y que no temía a la muerte, ya que trabajando en el hospital la conocía demasiado bien. El médico y poeta alemán Gottfried Benn certificó su muerte y escribió que nunca había conocido a una mujer con tanto valor, pero que se había portado como un hombre ante los alemanes.
Cerca del National Portrait Gallery de Londres hay una estatua en su memoria.
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