A finales del siglo XIX se desarrollaron simultáneamente el capitalismo y el avance de las técnicas productivas y de la ciencia aplicada al desarrollo industrial. Las empresas competían buscando la máxima reducción de costes de producción. El avance tecnológico, nuevas máquinas y uso de la electricidad abarataba costes, pero ayudaron enormemente las nuevas formas de organización del trabajo.
Taylorismo
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El sistema de Taylor disminuyó los costes de producción porque se rebajaron los salarios e incluso las empresas llegaron a pagar menos dinero por cada pieza para que los obreros se diesen más prisa.
Fordismo
Henry Ford, un fabricante de automóviles de Estados Unidos, llevó a la práctica este modo de producción en cadena. Este sistema creó la cadena de montaje, maquinaria especializada y usó un número elevado de trabajadores con altos salarios para motivar al obrero.
El fordismo apareció en el siglo XX y se logró, no a costa del trabajador, sino que a través de una estrategia de expansión del mercado: la especialización, transformación del esquema industrial y la reducción de costos.
Según Ford, cuanto más volumen de unidades, más excedente existiría que superase numéricamente a la élite tradicional y única consumidora.
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