En el último de los 14 puntos de su Programa, el presidente norteamericano Wilson propuso instaurar una asamblea en la que participasen todos los estados del mundo.
La Conferencia de París de 1919 aprobó la solución sobre la creación de una Sociedad de Naciones el día 25 de enero y más tarde en junio entró en vigor tras la firma del Tratado de Versalles.
La sede se fijó en Ginebra (Suiza) con objetivos como garantizar la paz y el acuerdo internacional, así como fomentar la cooperación y el desarrollo social y cultural. Dentro de su organigrama, además de un Secretario General y de la Asamblea General (constituída en un inicio por 45 estados), destacaba el Consejo, compuesto por 4 miembros permanentes de las principales potencias (Reino Unido, Francia, Italia y Japón) y 4 temporales. Como organismo asociado tenía al Tribunal Internacional de la Haya.
Quedaron excluidos de ella la Unión Soviética, Alemania y, paradójicamente, los Estados Unidos, la razón fue la no ratificación por parte del Senado norteamericano del Tratado de Versalles. Durante las décadas de los 20 y los 30 se incorporaron nuevos estados, sin embargo, la efectividad de la SDN fue escasa, por varios motivos:
- La limitada capacidad para decidir los asuntos, ya que era necesario que los acuerdos se tomaran por unanimidad.
- La inexistencia de medios eficientes para hacer cumplir las resoluciones adoptadas.
- La falta de implicación de las potencias que la integraron.
Su principal fracaso reside en la incapacidad de haber evitado el estallido de la II Guerra Mundial. Se disolvió en 1946, transfiriendo su patrimonio y competencias a la ONU, su inmediato precedente.
Conflicto de Manchuria (1931 a 1933)
El enfrentamiento chino-japonés en Manchuria fue tratado por la Sociedad de Naciones, con el objetivo de mantener la paz entre los dos Estados e impedir la guerra; en consecuencia del Pacto que quedó establecido, el Consejo de la SDN intentó solucionar el conflicto; las sesiones se sucedieron y se formaron Comités, pero la solución pacífica tardaba en llegar. Ante esta situación el gobierno chino pidió la intervención de la Asamblea, que realizó numerosos esfuerzos para llegar a una solución satisfactoria para ambos Estados.
Japón acusó a China de volar parte del tramo del ferrocarril del Sur de Manchuria (muchos pensaron que en realidad los responsables del sabotaje habían sido miembros del propio ejército japonés, y que ese conflicto era una excusa).
Un año más tarde, en 1932, defendiendo sus intereses, y una vez expulsadas las tropas chinas, Japón creó la República de Manchukuo. Mientras que China, impotente para abortar la anexión de Manchuria, elevó una protesta en la Sociedad de Naciones. La respuesta de Japón fue que su acción se justificaba por la situación de anarquía de China. Ante la condena de la Liga de Naciones y el no reconocimiento del nuevo estado, Japón abandonó la organización en 1933.
A partir de 1937 Japón acometió la invasión del resto de China, originando la Guerra Chino-Japonesa, que se extendería hasta 1945, ya dentro de la Segunda Guerra Mundial.
El enfrentamiento chino-japonés en Manchuria fue tratado por la Sociedad de Naciones, con el objetivo de mantener la paz entre los dos Estados e impedir la guerra; en consecuencia del Pacto que quedó establecido, el Consejo de la SDN intentó solucionar el conflicto; las sesiones se sucedieron y se formaron Comités, pero la solución pacífica tardaba en llegar. Ante esta situación el gobierno chino pidió la intervención de la Asamblea, que realizó numerosos esfuerzos para llegar a una solución satisfactoria para ambos Estados.
Japón acusó a China de volar parte del tramo del ferrocarril del Sur de Manchuria (muchos pensaron que en realidad los responsables del sabotaje habían sido miembros del propio ejército japonés, y que ese conflicto era una excusa).
Un año más tarde, en 1932, defendiendo sus intereses, y una vez expulsadas las tropas chinas, Japón creó la República de Manchukuo. Mientras que China, impotente para abortar la anexión de Manchuria, elevó una protesta en la Sociedad de Naciones. La respuesta de Japón fue que su acción se justificaba por la situación de anarquía de China. Ante la condena de la Liga de Naciones y el no reconocimiento del nuevo estado, Japón abandonó la organización en 1933.
A partir de 1937 Japón acometió la invasión del resto de China, originando la Guerra Chino-Japonesa, que se extendería hasta 1945, ya dentro de la Segunda Guerra Mundial.