Auschwitz-Birkenau fue un complejo de varios campos de trabajo y exterminio de personas construido por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial en el año 1940 y desarticulado por el ejército aliado el 18 de enero de 1945.
El Nacional Socialismo había subido al poder en el año 1933, con Adolf Hitler como jefe del Estado o führer elegido democráticamente por el pueblo, ante una acentuada crisis económica, afectada por el crack del 29; y por una situación de inseguridad política.
Las personas confinadas a estos campos eran todas aquellas consideradas “enemigos de la nación” por el gobierno, el Tercer Reich del Hitler, a saber: presos políticos o todo aquel que estuviera en contra del orden establecido; personas “antisociales”, como discapacitados u homosexuales; criminales, delincuentes o personas que habían violado la ley estatal; algunos sacerdotes o fanáticos religiosos denominados “bibliólatras”; y personas de lo que era considerada una “raza inferior”, como los judíos, gitanos y negros.
Los presos, a su vez, podían ser hombres, mujeres, niños de cualquier edad y ancianos; y de todas nacionalidades: alemanes, franceses, rusos, polacos, húngaros, eslavos… Estos eran deportados de su lugar de residencia y trasladados al campo en tren. Allí se decidía, según su estado físico, si eran destinados al trabajo o a la inmediata liquidación.
Estas deportaciones comenzaron en el año 1938, a cargo del oficial SS Heinrich Himmler. Auschwitz estaba supervisado por el oficial Rudolf Hess. Además de los millones que murieron en la batalla por ambos bandos, en los campos de exterminio nazi fueron asesinadas entre 15 y 20 millones de personas en total, de entre ellas 6 millones eran judíos; en Auschwitz, de entre 2 a 4 millones, en su mayoría judíos.
Muchos murieron de cansancio, de hambre o enfermedades que se propagaban debido a las malas condiciones higiénicas del campo; otros, fallecieron asesinados en las cámaras de gas-crematorio, proceso que se aceleró a partir de la primavera de 1942 con la llamada “solución final”, que daba respuesta al “problema judío”, en la conferencia de Wansee.
Todo Auschwitz estaba rodeado de unas vallas electrificadas, para evitar fugas, a las que muchos se arrojarían como suicidio, tal como se documenta en el testimonio de algunos supervivientes.
El Nacional Socialismo había subido al poder en el año 1933, con Adolf Hitler como jefe del Estado o führer elegido democráticamente por el pueblo, ante una acentuada crisis económica, afectada por el crack del 29; y por una situación de inseguridad política.
Las personas confinadas a estos campos eran todas aquellas consideradas “enemigos de la nación” por el gobierno, el Tercer Reich del Hitler, a saber: presos políticos o todo aquel que estuviera en contra del orden establecido; personas “antisociales”, como discapacitados u homosexuales; criminales, delincuentes o personas que habían violado la ley estatal; algunos sacerdotes o fanáticos religiosos denominados “bibliólatras”; y personas de lo que era considerada una “raza inferior”, como los judíos, gitanos y negros.
Los presos, a su vez, podían ser hombres, mujeres, niños de cualquier edad y ancianos; y de todas nacionalidades: alemanes, franceses, rusos, polacos, húngaros, eslavos… Estos eran deportados de su lugar de residencia y trasladados al campo en tren. Allí se decidía, según su estado físico, si eran destinados al trabajo o a la inmediata liquidación.
Estas deportaciones comenzaron en el año 1938, a cargo del oficial SS Heinrich Himmler. Auschwitz estaba supervisado por el oficial Rudolf Hess. Además de los millones que murieron en la batalla por ambos bandos, en los campos de exterminio nazi fueron asesinadas entre 15 y 20 millones de personas en total, de entre ellas 6 millones eran judíos; en Auschwitz, de entre 2 a 4 millones, en su mayoría judíos.
Muchos murieron de cansancio, de hambre o enfermedades que se propagaban debido a las malas condiciones higiénicas del campo; otros, fallecieron asesinados en las cámaras de gas-crematorio, proceso que se aceleró a partir de la primavera de 1942 con la llamada “solución final”, que daba respuesta al “problema judío”, en la conferencia de Wansee.
Todo Auschwitz estaba rodeado de unas vallas electrificadas, para evitar fugas, a las que muchos se arrojarían como suicidio, tal como se documenta en el testimonio de algunos supervivientes.
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