Los
bóers eran granjeros
de origen holandés que se habían establecido
en la zona de El Cabo a mediados del
siglo XVII. De fe calvinista y profundamente racistas,
habían despojado a los aborígenes de sus
tierras.
Entre 1835 y 1845 hubieron de retirarse de esos territorios ante la presión de los colonos británicos y se establecieron en las zonas más norteñas de Orange y Transvaal.
Entre 1835 y 1845 hubieron de retirarse de esos territorios ante la presión de los colonos británicos y se establecieron en las zonas más norteñas de Orange y Transvaal.
El
conflicto se inició tras el descubrimiento
en 1886 de ricos yacimientos de oro y
diamantes en los territorios bóers.
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Gran Bretaña
además, por razones geopolíticas,
tenía un elevado interés
en unir el continente africano de norte a sur bajo
su soberanía, en tanto que los bóers
además de otros pueblos como los zulúes,
obstaculizaban esas pretensiones.
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En la guerra anglo-bóer que durará
tres años, confluyeron por lo tanto factores
tanto políticos como económicos.
El
desarrollo de la guerra pasó por diversas fases:
desde las iniciales victorias de los
afrikaners (bóers) cuyo presidente
Kruger declaró la guerra a los británicos,
hasta la derrota de éstos tras
una sangrienta guerra de guerrillas. En 1902, por el Tratado
de Vereeniging se puso fin a las hostilidades
y los bóers quedaron bajo el dominio del Imperio
Británico, aunque conservando una amplia autonomía
en las provincias de Orange y Transvaal.
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