Este último zar, se casó con Alejandra Fiódorovna (emperatriz rusa,y nieta de la reina Victoria del Reino unido), con quien tuvo 5 hijos; Olga, Tatiana, María, Anastasia y Alekséi.
En febrero de 1917, se inició una ola revolucionaria en Rusia que forzó al zar a abdicar al mes siguiente. Teniendo en cuenta los riesgos que sufrirían, la familia fue evacuada a Siberia, pero la situación no cesó. Pues, la situación se complicó en octubre del mismo año cuando sucedió la Revolución bolchevique.
Según Nicolas Ross (experto investigador), Nicolás II y toda su familia, fueron transferidos a Ekatimburgo, (ciudad obrera donde los bolcheviques eran muy poderosos) tras ser supervisada de manera estricta.
Con el paso de los días, las circunstancias se volvieron trágicas. Pues, las tropas hostiles a los bolcheviques se estaban acercando de la ciudad, a su vez, las autoridades en Moscú, decidieron ejecutar a los detenidos de la casa Ipátiev. Todo esto debido a las ansias por deshacerse de todos los miembros de la familia Romanov, junto con la idea de obtener poder central de Moscú por parte de Lenin y de Iakov Sverdlov (presidente del consejo ejecutivo central).
Una vez ideado el plan, la familia fue despertada a la una de la tarde durante la noche del 16 julio de 1918. “Los soldados les pidieron vestirse porque había el riesgo de un ataque. Les ordenaron descender en un cuarto en el entresuelo”, contaba Nicola Ross. Más adelante, los miembros de la familia, y el médico que los acompañaban fueron alineados. Entonces, el comandante Iako Iourovski leyó una declaración de ejecución y empezaron los disparos. Estos tan solo duraron unos minutos. Cuando terminaron los disparos, varias víctimas estaban todavía vivas, por lo que hubo que matarlos con pistolas y bayonetas. Cuando la ejecución se detuvo, los cuerpos fueron transportados en un sitio cerca de Ekaterimburgo. Aunque previamente, fueron dejados en un pozo.
Finalmente, a la mañana siguiente fueron recuperados, rociados con ácido, parcialmente quemados y enterrados en fosas.
Ochenta años más tarde de su muerte, en 1991, los restos del zar, la zarina y tres de sus hijas fueron descubiertos y numerosas pruebas de ADN confirmaron sus identidades. En consecuencia, funerales de Estado fueron organizados en 1998 en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo.
El año pasado, se cumplieron 100 años del evento, aunque se siguen especulando sobre numerosas incógnitas de este suceso; así como ¿por qué el rey Jorgue V de Inglaterra no ayudó al que era su primo de sangre? ¿O por qué simularon que los cuerpos habían muerto quemados en lugar de ejecutados?
Pues bien, ninguna de estas incógnitas ha logrado descubrirse en la actualidad. Sin embargo, un siglo después el zar se ha convertido en una figura positiva. Tal es su popularidad, que según una encuesta sobre las figuras importantes de Rusia en el siglo XX, el zar se encuentra en primera posición antes de Stalin y Lenin.
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