Alsacia perteneció a Francia desde el año 1648 hasta 1697 y Lorena estuvo bajo la influencia francesa desde el siglo XVI y pasó a pertenecer a este país a partir del siglo XVII.
Tras la guerra franco-prusiana de 1870, Alsacia y Lorena pasaron a formar parte del Reich alemán con la Paz de Versalles (1871). Estas dos regiones suponían una notable importancia económica, por lo que su pérdida acentuó la rivalidad entre Francia y Prusia.
La creación del Reichsland alemán supuso la reorganización territorial en Francia.
Durante el dominio alemán estas regiones fueron administradas como un territorio imperial y no como un Estado alemán integrante del Imperio. Además, las restricciones impuestas al uso del francés como lengua fomentaron el descontento de la población pese a que su mayoría era de habla alemana. Esta política junto con la suspensión de los periódicos y sociedades francesas tuvo como consecuencia la enemistad de gran parte del pueblo alsaciano y se impulsaron los deseos franceses de recuperar las denominadas "provincias perdidas".
Más tarde, el colapso del Imperio y la abdicación del Emperador Guillermo II en noviembre de 1918 hizo que una parte de la sociedad se uniera al movimiento de la Revolución de Noviembre y declaró el 11 de noviembre de 1918 la República Independiente de Alsacia y Lorena.
Por ello, una vez finalizada la Gran Guerra, Alsacia y Lorena volvieron a formar parte de Francia para después caer de nuevo en manos alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar ésta fueron incorporadas de nuevo definitivamente a Francia.
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