A lo largo del siglo XVIII, fueron aumentando en Inglaterra los poderes del Parlamento frente al monarca, aunque éste conservó las capacidades de designar ministros y gobernar sin el apoyo del Parlamento.
El régimen inglés no era en absoluto una democracia: sólo una minoría (grandes propietarios, burgueses, rentistas) tenía derecho de voto (15% de la población), los habitantes de las colonias no estaban representados y la esclavitud continuaba siendo aceptada.
Por tanto, no se puede hablar de régimen parlamentario pero a pesar de ello Inglaterra fue el primer país en el que no existió monarquía absoluta: el soberano debía tener en cuenta la voluntad nacional que se expresaba en el Parlamento y los poderes ejecutivo y legislativo se habían separado.
A pesar de ello, el control del poder absoluto del monarca y la división de poderes inglesa constituyeron un ejemplo y una inspiración para los filósofos franceses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.