jueves, 6 de mayo de 2021

Sosso y Kato

 Si alguna vez amó con sinceridad, lo hizo cuando aún respondía al apodo se Sosso y su vida era la de un gángster  que desvalijaba bancos por todo el Caúcaso para abastecer al partido comunista. En 1906, Losif Visarionovich Dzhugashvili ( STALIN ) ha huido de su Georgia natal junto a su primera esposa, Ekaterina Svanidze, Kato. Una joven fascinada por este bandolero que mata a los agentes del zar y que la conquista con hermosos poemas. Accede a casarse con ella por la iglesia a pesar de su ateísmo, pero Stalin siempre antepondría la política a sus familias (las varias que tuvo) y condena a su hijo Yákov y a Ekaterina a seguir sus pasos de fugitivo lejos de una Tiflis a la que solo volverá para morir.

Sosso y Kato pasan años escondiéndose en una pequeña cabaña de Bakú, donde ella se pudre de soledad y asfixia mientras Stalin viaja para asistir a las reuniones del partido en el exilio. En 1907, con la salud deteriorada por el clima irrespirable de la ciudad, Stalin le permite regresar a su casa, a la capital georgiana.

Pero Kato ya esta sentenciada, no esta claro si contrajo el tifus o una tuberculosis en el trayecto que la hace llegar agonizante al abrigo de su familia, que solo puede observar como las altísimas fiebres la devoran con rapidez. Stalin regresa a tiempo para que la joven muera en sus brazos, a los 27 años. 

"No he sabido hacerla feliz" llora en su funeral.

"Esta criatura era la única que podía ablandar mi corazón de piedra. Ha muerto, y con ella ha muerto cualquier sentimiento de afecto para los seres humanos" dijo.

En adelante, casi cualquier jovencita servirá a Stalin para enjuagarse las lágrimas. Finalmente arrestado, cumple exilio en Solvy, donde mantiene una relación con Tatiana Sukhova mientras dura su condena. La abandonará con una simple nota y volverá a Bakú, donde disfrutara de noches libertinas rodeado de mujeres.

Cuando regresa de su segundo exilio en Siberia, la revolución de 1917 ha triunfado. Llega a San Petesburgo y se refugia en la casa de una familia bolchevique, que le procura techo y también un capricho, la más pequeña de las hijas Nadia Aliluyev. a la que salvó de morir ahogada cuando tenía 6 años. Ahora cumple los 16, y ha sido criada en los valores comunistas, un arqueotipo cercano a lo que Stalin entiende por mujer ideal.

En 1918 se la lleva con el a Sitiar la ciudad de Tsaritsyn, futura Stalingrado, donde termina de deslumbrarla. Stalin construye el imperio Soviético y seduce a la joven Nadia a la vez, o eso parece. En cuanto cumple la mayoría de edad se casan en Moscú.

Pero este romance no es tan idílico como aparente. Será su hermana quién años después desvele el reverso oscuro de aquel viaje a Tsaritsyn. Allí Nadia no acudió como su amante, sino como su camarada, acompañada de su padre, protector del futuro dictador. Una noche, Stalin la violó. Al ser descubierto por los gritos a mitad de la noche, suplicó la mano de la joven, que el progenitor concedió casi como un sacrificio por la revolución. Su familia será recompensada. Cinco meses después de la boda tienen su primer hijo, pero Stalin no quiere a Nadia solo como esposa amantísima y anticipa que puede servirle de mas provecho, como secretaria de Lenin, como objetivo de que le facilite su ascenso al poder cuando el desaparezca.

Ella descubre que Lenin ha escrito una carta al congreso del partido comunista en la que desautoriza a su marido, y aunque al principio duda, termina por contárselo. El actúa y consigue su favor justo a tiempo, antes de la muerte de Lenin en 1924.

Nace su segunda hija, Svetlana y adoptan a Lakov, el hijo que tuvo con Kato y a Artyom. El trata de colmar todos sus deseos, pero nunca deja de frecuentar con otras mujeres ni de dar su mas absoluto desprecio a su familia. El bebe cada vez mas y ella quiere abandonarle, escapa a San Petesburgo pero la obliga a regresar.

La joven enloquece, trata de buscar refugio en la fe, en su hermano , pero nada es suficiente. Ha despertado al horror de su marido, gracias a la información que le llega a través de su cuñado, miembro de la policía secreta. Nadia abre los ojos a los crímenes y atrocidades de Stalin, la hambruna en Ucrania, los campos de concentración, su hermana y su marido son deportados. Ya no hay vuelta atrás.

El 8 de noviembre de 1932 y en el Kremlin, se celebra una gran fiesta, donde stalin brinda por " la eliminación de los enemigos del estado", ella no levanta su copa y el entra en cólera, insultándola, humillándola. Discuten acaloradamente y el corona la escena flirteando y bailando con todas las mujeres presentes en la sala. Ella regresa a su habitación y le escribe una carta furiosa, llena de reproches. Será la última. A la hora de comer del siguiente día la encuentran muerta sobre un charco de sangre, se había dado un tiro en el corazón amortiguando el sonido con una almohada. Nadia se fue siendo consciente del monstruo con el que se había casado. "Me abandona como un enemigo" musitó Stalin frente a su féretro abierto.

La última mujer en la vida de Stalin, fue su ama de llaves Valentina Istomina, no se mezclaba en sus asuntos políticos y estuvo junto a él quince años, la única que fue capaz de amar, sin morir, al hombre más cruel de la Rusia moderna.

Las mujeres de Stalin: ¿a quién amó el mandatario soviético? - Russia  Beyond ES

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