lunes, 3 de diciembre de 2012

Intervención de los paises europeos en la primera crisis marroquí


Marruecos se había convertido en una encrucijada para los intereses europeos. Gran Bretaña recelaba de la presencia francesa en el norte de África pues sentía amenazada su ruta imperial hacia la India. Francia, dueña ya de Argelia y poco después de Túnez, deseaba consolidar su dominio sobre el norte. España, por su parte, buscaba asegurar sus plazas norteafricanas al tiempo que impedir ser ahogada por Francia. Finalmente, Alemania quería alentar las divergencias entre Gran Bretaña y Francia. 

El temor a las apetencias alemanas forzó a Francia y Gran Bretaña a llegar a un acuerdo por el que los ingleses dejaban las manos libres a Francia en Marruecos y ésta hacía lo mismo con Gran Bretaña en Egipto.

En 1.898, España se interesa por Marruecos. Francia necesitaba aliados para su expansión africana y en 1902 ofreció el reparto de Marruecos en dos zonas de influencia. El jefe del gobierno español, Silvela, no aceptó al principio pues temía incomodar a Gran Bretaña. Pero ya en 1903, viendo que los británicos no se oponían, firmó un nuevo tratado franco-español con menores ventajas para España que el anterior.

Finalmente en 1.904, ante el aumento de la inestabilidad en Marruecos, Gran Bretaña y Francia declararon que, si el sultán no podía mantener el orden, España y Francia establecerían un protectorado en Marruecos

Ante la marginación que esto suponía para Alemania, el Káiser desembarcó en Tánger en 1905. 

Conflicto en Tánger (1905)
Guillermo II, aprovechando una visita a Tánger, proclamó que Alemania no permitiría que Marruecos pasara a ser dominado por una única potencia. Esta advertencia iba claramente dirigida a Francia, cada vez más presente en el reino norteafricano. Para evitar una guerra, se convocó la Conferencia de Algeciras, (15 de enero al 7 de abril de 1.906), a la que asisten todas las partes interesadas. El acuerdo final afirmaba respetar la independencia marroquí, confirmó el reparto del país en dos zonas de influencia gestionadas por Francia y España, y estableció el derecho de éstas a intervenir en ellas si el sultán no era capaz de mantener el orden. Los alemanes no participaron en el reparto aunque a la larga obtendrían otras compensaciones en África Ecuatorial.

Marruecos quedó de la siguiente manera:

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