FRIEDRICH HÖLDERLIN
Se le considera uno de los poetas cuyas ideas, a caballo entre el Romanticismo y el Clasicismo, más hondo calaron en la tradición filosófica y literaria que le siguió. Aunque su obra no solo se compone de poesía, todo cuanto escribió está repleto de una fuerza poética en la que los conceptos de tiempo, belleza y espíritu cobran una especial importancia.
Con apenas 14 años, Friedrich Hölderlin (1770-1843) es enviado por su familia al seminario de Denkendorf para estudiar Teología. Será allí donde comience a redactar sus primeros poemas y donde descubre los libros de Schiller y Klopstock. Paulatinamente, a través de esas lecturas, encontrará su auténtica vocación. Como escribía en uno de sus ensayos (El punto de vista desde el cual tenemos que contemplar la Antigüedad), parece que no tenemos otra elección que aceptar lo que somos si no queremos ultrajarnos, falsear nuestro más íntimo yo. A este respecto, caben dos opciones: “ser oprimido por lo adoptado y positivo o, con brutal arrogancia, ponerse a sí mismo, como fuerza viviente, frente a todo lo aprendido, dado, positivo”.Hölderlin culmina sus estudios teologales en 1793, aunque nunca ejercerá. Su único ministerio sagrado será el de la poesía: “Ser uno con todo, esa es la vida de la divinidad, ese es el cielo del hombre”, escribía en los primeros compases de su Hiperión(su obra más destacada).
FRAGMENTO DE HYPERIÓN
A ser uno con todo lo viviente, volver en un feliz olvido de sí mismo, al todo de la naturaleza. A menudo alcanzo esa cumbre..., pero un momento de reflexión basta para despeñarme de ella. Medito, y me encuentro como estaba antes, solo, con todos los dolores propios de la condición mortal, y el asilo de mi corazón, el mundo enteramente uno, desaparece; la naturaleza se cruza de brazos y yo me siento ante ella como ante un extraño, y no la comprendo. Ojalá no hubiera ido nunca a vuestras escuelas, pues en ellas es donde me volví tan razonable, donde aprendí a diferenciarme de manera fundamental de lo que me rodea; ahora estoy aislado entre la hermosura del mundo, he sido así expulsado del jardín de la naturaleza, donde crecía y florecía, y me agosto al sol del mediodía. ¡Oh, sí! El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona.
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