La fuga de Luis XVI y María Antonieta

El 20 de junio de 1790 María Antonieta, Luis XVI y sus hijos intentaron fugarse de Francia tras un año y medio recluidos por los revolucionarios en el palacio de las Tullerías, debido al episodio que tuvo lugar el 6 de octubre de 1789, donde una muchedumbre asaltó el palacio de Versalles, sin dejar títere con cabeza. 
Su objetivo era salir de allí, haciendo caso a muchos nobles que les habían aconsejado huir, imitando así, a los hermanos pequeños del rey, el duque de Anjou y el conde de Artois, que habían emigrado justo después de la toma de la Bastilla. Una vez fuera, pretendían pedir ayuda al resto de monarquías europeas. 
No querían esperar más y esa misma noche, la familia real abandonó las Tullerías, uno por uno, disfrazados; para dirigirse al carruaje que los esperaba en el bulevar que los recogería en el camino hacia Châlons y Montmédy. 
A pesar de haberlo supervisado todo, el plan de fuga tuvo algunas lagunas; y aunque, como ya he mencionado anteriormente, se vistieran de plebeyos y pasasen desapercibidos entre la multitud de la calle, no se imaginaron que el enemigo lo tendrían justo al lado; siendo el carruaje y todo el séquito que llevaban, como ayudantes en su fuga quienes les delataron. 
Desgraciadamente, a las pocas horas, fueron localizados en Varennes, a 50 kilómetros de conseguir su objetivo. Allí, les arrestaron, y les llevaron de vuelta a París. 
Cuando regresaron, la Asamblea provisional suspendió al rey y mantuvo a la pareja real bajo custodia. Desde este punto en adelante , a posibilidad, no sólo de la deposición o de una forzada abdicación de este rey, sino también el establecimiento de una república, entraron al discurso político.

Primeramente, el rey fue perdonado basándose en la ficción de que no se había fugado, sino que había sido «raptado». A cambio Luis XVI, se vio obligado a jurar la Constitución de 1791 que instauraba jurídicamente en Francia la monarquía constitucional. 
Esta decisión de perdonar al rey ahondó las diferencias entre los «patriotas»; ya no era posible pretender que la Revolución se había realizado con el consentimiento del rey. 

Pero la fuga siguió teniendo consecuencias, para algunos republicanos que, exigieron su deposición, y otros su juicio por traición a la patria en favor de los enemigos extranjeros del pueblo francés, no se conformaban con aquel pacto monárquico.

Finalmente, la desconfianza mutua entre los monárquicos y los republicanos tuvo como consecuencia la condena a la guillotina de la pareja real; por lo que, Luis XVI fue ejecutado el 21 de enero de 1793 y María Antonieta el 16 de octubre de 1793.